jueves, 28 de abril de 2011

SIETE MINUTOS

Minuto 1: Sin saber por qué supo que aquella sería la última noche de su vida, supo que su vida había merecido la pena y supo que si tuviera una segunda oportunidad no lo podría haber hecho mejor. Supo todas las cosas buenas, y las malas también, supo decir que “Sí” cuando fue necesario y dijo “No” cuando lo necesitaba y no lo deseaba.

Minuto 2: Abrió los ojos aquella fría mañana de invierno al escuchar el pitido del despertador, se escondió bajo las calientes sábanas deseando que aquella insoportable máquina callara por sí sola e intentó caer de nuevo en aquel maravilloso y placentero sueño de invierno.

Minuto 3: De camino al autobús contempló a unos hermosos pájaros que cantaban sobre una rama de un gran árbol verde; contempló a una anciana cruzar la calle con una bolsita de tela, de donde se escapaba un intenso olor a pan recién sacado del horno; observó a una mujer embarazada que se acariciaba con delicadeza su ya crecida tripa, mientras que el muchacho que la acompañaba le daba un beso en la mejilla; observó a un hombre paseando a su perro; a dos señoras riendo; a un niño corriendo hacia la puerta de un colegio; observó un coche lleno de gente joven; una ambulancia con la sirena en marcha…

Minuto 4: Observó tantas cosas que quiso que el tiempo quedara detenido para poder seguir analizando todo, poco a poco, detalladamente, pero no fue así…el tiempo no se detuvo y, como era lógico, la vida siguió su rumbo, su destino acelerado.

 Minuto 5: Había estado pensando todo el día en su familia, en sus amigos, en sus amigos de verdad, en la gente con la que se había cruzado por la calle y en la gente a la que nunca llegaría a conocer. Se había despertado con aquella extraña sensación. Una sensación que comprendió al finalizar el día, pues significaba que el fin había llegado, que todo tenía un desenlace y que ese desenlace comenzaba con aquella sensación. Se sentía feliz y triste a la vez. Reía con facilidad y lloraba sin saber por qué. Fue un día perfecto para ella, pero terrible para ellos.

Minuto 6: Era por la tarde, las nubes cubrían gran parte del cielo. La calle estaba desierta, solo estaba ella detenida en medio del arcén, sin saber qué hacer, esperando que aquella extraña sensación terminara de una vez por todas. Miró al cielo con ansias de poder ver la Tierra desde allí arriba. Se detuvo, y el tiempo quedó congelado.

Minuto 7: Recordó a su madre haciendo la comida, a la anciana con la bolsa de pan recién hecho, a su hermana intentando multiplicar sin calculadora, a la mujer embarazada y al chico que la besaba, recordó  a sus amigas bebiendo tinto de verano, a aquel señor paseando a su perro, a su padre viendo un partido de liga con los amigos, al niño corriendo hacia la puerta del colegio, recordó a su perro ladrando al gato del vecino, a la ambulancia, al vecino bajando la basura, a los pájaros cantando en aquella rama del árbol, a las señoras que reían, a su madre…
Su alma abandonó su cuerpo y su cuerpo cayó desplomado en aquella calle solitaria. Sus alas de ángel se desprendieron para comenzar a volar. Eran inmensas, tan inmensas como los momentos que había vivido en vida, tan inmensas como el amor que sentía por la vida, como el amor hacia sus amigos, hacia su familia, hacia su madre… Tan inmensos como los siete minutos en los que tardó en subir al cielo y tan inmensos como los siete minutos en los que dejó de sentir aquella extraña sensación.

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