sábado, 16 de abril de 2011

Árbol Blanco

Mike no dudó ni un solo momento en aceptar la propuesta de su jefe. Era un reportaje único y podría ascender su puesto en la empresa si todo quedaba bien. Tendría que desplazarse a un pequeño pueblo que se encontraba a unos 200 Km de su ciudad, era un pueblo escondido en la montaña, rodeado de árboles y vegetación por todas partes. La gente que lo había visitado coincidían en que era un lugar muy amable y acogedor por el día pero que se volvía frío y misterioso al caer la noche. Siempre había sido un hombre decidido y siempre había tenido claras sus ideas. Cuando comenzó a trabajar en la empresa todos sus esfuerzos se vieron compensados y gran parte de sus sueños se habían hecho realidad. Había trabajado como fotógrafo en muchos sitios pero todo mejoró cuando le contrataron en aquella ciudad.

Mike llegó a casa después de un duro día de trabajo. Su esposa supo que traía buenas noticias nada más escucharlo entrar. Julia era una mujer preciosa, sincera, simpática y todo lo bueno que un hombre podría desear en una mujer ella lo tenía. Se habían enamorado hace diez años, demasiado jóvenes para Julia, demasiado arriesgado para Mike. Pero todo había salido perfecto.

 -Hola cariño.- dijo Mike al entrar en casa.- ¿Qué tal el día?.- el hombre se acercó a Julia y la besó en la boca.

-Bien gracias. Acabo de llegar hace un rato. Estoy agotada.- contestó ella sentada en el sofá.

-Tengo hambre.- dijo Mike.- ¿Quieres que prepare algo de cenar?

-A mi no me apetece nada, gracias.- afirmó Julia.- ¿Qué te pasa? Te noto algo contento…

-Me han ofrecido hacer un reportaje en Árbol Blanco, saldré mañana por la mañana…y he aceptado.- Julia puso cara de asombro.- ¿Qué pasa? ¿No te gusta la idea?.- preguntó preocupado.

-Ese es el pueblo de…-titubeó Julia.- donde murió aquella chica.

-Vamos Julia, eso fue hace mucho tiempo…

-Ya sabes lo que dicen…no me gusta la idea Mike.

El chico la convenció para que aceptara que no era una mala idea y que un reportaje de tanta importancia no podía dejárselo escapar por una tontería como esa. El accidente de aquella chica ya estaba casi olvidado. Lo único que se recordaba era la leyenda que nació en aquel momento, pero Mike solo pensaba que era eso: una simple leyenda sin importancia. Julia se fue a la cama casi convencida, no prohibiría a Mike hacer ese reportaje pero tampoco le gustaba demasiado la idea. Si a Mike le pasaba algo no se lo perdonaría.

Al día siguiente ambos se despertaron y se levantaron de la cama prácticamente a la vez. Comenzaron a vestirse para ir a trabajar. Mike apenas había podido dormir, había pasado casi toda la noche pensando en el trabajo de hoy. Julia apenas había dormido, había pasado casi toda la noche pensando en el trabajo de Mike.

-No vayas Mike.- fueron las primeras palabras que salieron de su boca.

-Julia ya lo hemos hablado. No voy a perder esta oportunidad.

Mike introdujo todo lo necesario para hacer el reportaje fotográfico en su coche y se puso en marcha. Había deseado durante mucho tiempo realizar ese trabajo. Estaría de por vida agradecido a su jefe por concederle aquella maravillosa oportunidad.

El viaje se le estaba haciendo más pesado de lo que pensaba. Parecía no haber cambiado nunca de paisaje. La carretera era aburrida, todo el paisaje el mismo, rutinario, apenas pasaban coche por allí y encima la radio no funcionaba. Un viaje de lo más aburrido, sin lugar a dudas. La preocupación de su mujer se le vino a la mente. “No vayas” recordó.

Cuando Mike comenzó a divisar árboles a lo lejos supo que el pueblo ya estaba cerca, pues su jefe le había dicho que se encontraba rodeado de árboles. Deseó con todas sus fuerzas llegar al pueblo cuanto antes. Estaba demasiado cansado de conducir durante tanto tiempo y el viaje no se había hecho muy agradable.

Tenía que preparar un reportaje fotográfico tanto del pueblo como de todos los paisajes que se contemplaban a sus alrededores. Sería un trabajo bastante duro pero que le merecía la pena realizar. Dedicó toda la mañana a realizar con precisión cada una de las fotografías. Congelaba todos aquellos instantes que le parecían atractivos e interesantes.

Fue a un bar a la hora de comer y se sentó en una de las mesas más apartadas a la barra. De repente recordó la preocupación de su mujer. “Ya sabes lo que dicen…” El camarero le atendió con amabilidad y la comida estaba realmente buena. Reposó la comida en el mismo bar y decidió continuar con su trabajo, asique comenzó de nuevo a caminar por las calles del pequeño pueblo y fotografió un poco más. Mike echó un vistazo a todas las fotografías que había capturado y pensó que ya serían suficientes, asique decidió volver a la ciudad. Pensó de nuevo en su mujer.

Cuando ya llevaba una media hora en la carretera comenzó a anochecer. “Demasiado pronto” pensó. Fue entonces cuando la conversación que mantuvo con su mujer no se le iba de la cabeza. “Vale que una chica muriera en esta carretera, pero que se aparezca a los conductores eso ya es demasiado”. Entonces Mike, sin saber por qué, decidió creer en su mujer y pensó que le pagarían un montón de dinero si llegase a conseguir imágenes de la supuesta chica fallecida. Detuvo el coche, cogió su cámara réflex y seleccionó el “modo vídeo”. Puso la cámara bien sujeta en el espacio que existe entre el volante del coche y la luna, con el objetivo hacia la carretera. La imagen era muy mala y el mayor motivo era porque la oscuridad era cada vez mayor. Puso el coche en marcha y continuó su camino de vuelta a casa.

Ya había recorrido casi la mitad del camino cuando de repente comenzó a sonar la radio. “Qué raro” pensó. Sintonizó la emisora que solía escuchar y comenzó a cantar la canción que sonaba en el momento. Vio la cámara que en el mismo sitio donde la había dejado, aún con el piloto rojo que indicaba que seguía grabando. “Vaya tontería, es solo una leyenda más. No vas a grabar nada porque no hay nada”. Mike continuó cantando aquella canción. Solo veía lo que las luces del coche le permitían, que no era mucho, por eso no iba demasiado deprisa. De repente, una silueta de color blanco del tamaño de una mujer apareció justo delante del coche, gracias a las luces de los faros  pudo verla y sin pensárselo dos veces giró el volante para no chocar con ella. El coche se introdujo en el carril contrario y se dirigió hacia la cuneta pero el chico frenó antes de que el coche quedara atrapado en ella. Quedó detenido en medio del carril contario. La cámara de fotos cayó al suelo del coche, quedando casi oculta entre los dos asientos delanteros. El piloto rojo seguía encendido.

Mike salió del coche y comprobó que no tenía ninguna rozadura. Las ruedas tampoco habían sufrido ningún daño. Observó que, debido al frenazo, las ruedas habían quedado marcadas en el asfalto. Se giró para buscar a la chica de blanco y unos metros atrás la vio tal y como la había dejado antes del percance.

-¿Cómo se te ocurre ir por medio de la carretera en plena noche?.- preguntó Mike enfadado. La chica no contestó. Siguió allí quieta.- ¿Me escuchas?.- la chica parecía que no le escuchaba. Mike se acercó a ella para comprobar si estaba bien.

La chica llevaba una camiseta blanca de tirantes, una falda larga también de color blanco que le llegaba hasta los tobillos y en los pies no llevaba nada. Su pelo era negro y largo.

-Perdona, ¿te encuentras bien?

-Sí, perdona. Me he vuelto loca. Pensé que esta carretera ya no tenía tráfico.-habló la chica asustada. Le temblaba la voz.- Lo siento.

-¿Pero dónde vas a estas horas por un sitio como éste?.- Mike miró los pies descalzos de la chica.- Y encima vas sin zapatos.- el chico no daba crédito a lo que veía. -Yo voy a la ciudad. ¿Quieres que te acerque a algún sitio?

-No, gracias. No quiero ser una molestia.-la chica negaba con la cabeza.

-Venga.- Mike la agarró con cuidado del brazo. La chica levantó la cabeza y el chico comprobó lo guapa que era.- Móntate en el coche. Te llevaré.

Ambos se dirigieron hacia el vehículo y se montaron en él. Los faros aún seguían encendidos. Mike arrancó el coche, se colocó en el carril correcto y continuó su camino, ahora acompañado. 

-Bueno, ¿dónde vas?.- preguntó Mike sin apartar la mirada de la carretera.

-A la ciudad. Me puse a caminar desde Árbol Blanco y se hizo de noche.- dijo la chica mirando a Mike.- Y tú ¿qué haces por aquí?.- quiso saber.

-Pues he venido a hacer un reportaje fotográfico. Trabajo en una empresa audiovisual.- su cámara ya no estaba donde la había dejado, asique buscó con su mano entre los asientos delanteros y allí la encontró. No quiso que la chica se diera cuenta de su presencia y por eso la dejó allí. “Si ella era la chica que se aparece a los conductores tendría un reportaje que todo el mundo querría. Me pagarán una fortuna por esto” pensó.

-Que bien, siempre me ha interesado el mundo audiovisual.- afirmó ella aún mirándole.

Pasaron unos quince minutos hablando. Parecía que se conocían desde siempre. Se reían y compartían anécdotas de todo tipo. Se miraban de vez en cuando y sabían que entre ellos pasaba algo mágico, existía una atracción mutua que no les permitía dejar de reír. “Que ganas tengo de besarla” pensó Mike. El camino había mejorado considerablemente con la presencia de la chica.

-Bueno, dime: ¿a qué te dedicas tú?.- preguntó él mientras pasaban por una curva un tanto peligrosa.

-Yo me maté en esta curva.- dijo la chica. Mike miró extrañado a la chica.

- ¿Cómo has dicho?.- preguntó asombrado. “¿Era realmente la chica fallecida o se trataba simplemente de una broma?”

-Que yo también soy fotógrafa.- afirmó ella.

-Antes no has dicho eso.- dudó Mike.

-Te he dicho que soy fotógrafa, que estudié cinco años fotografía.

- Perdona, te había entendido otra cosa.- dijo él convencido de que aquella frase había sido fruto de su imaginación. “Julia te ha metido muchas tonterías en la cabeza” pensó.

Ambos continuaron hablando durante todo el viaje. Supieron un poco más el uno del otro y supieron que aquella noche no podría quedarse solo en una amena conversación. “¿Cómo es posible que una chica a la que acabo de conocer me transmita más que Julia? ¿Puede una persona transmitirte más en una hora que otra en diez años?” se preguntó Mike. Al llegar a la ciudad ella le propuso que fueran a tomar una copa, que simplemente quería agradecerle su generosidad. Él aceptó su invitación.

Pasaron una noche mágica, se besaron e hicieron el amor como si se conocieran de toda la vida. Se trataron con delicadeza y dulzura, parecían unos enamorados que acababan de encontrarse después de un tiempo sin verse. Fue la noche más pasional que Mike había tenido. La trataba como nunca había tratado a nadie. Cada beso era mágico, diferente. Con cada mirada se transmitían algo nuevo, algo más mágico que en la anterior. Cada gesto era un mundo. Una noche con la que siempre habían soñado y que nunca habían tenido hasta el momento. Se habían enamorado. Mike se había enamorado…

Julia se encontraba en casa, esperando que Mike llegara del trabajo. Se había quedado dormida en el sofá. La sala quedaba iluminada con la luz que emitía la televisión. El sonido del timbre hizo que se despertara. “Por fin ha llegado” pensó. Julia se dirigió hacia la puerta del apartamento y abrió la puerta. Para su sorpresa, Mike no estaba al otro lado de la puerta. En vez de a su marido vio a un hombre que vestía con uniforme de policía y llevaba una bolsa negra en la mano.

-¿Julia?.-preguntó el agente.

-Sí, soy yo. ¿Qué ha pasado?.- preguntó muy nerviosa.

- Es su marido. Ha tenido un accidente de coche.- una lágrima recorrió el rostro pálido de Julia.-Su coche estaba completamente destrozado en la carretera de Árbol Blanco. Esto es lo único que hemos podido recuperar del interior del vehículo.- dijo el agente entregándole la bolsa negra que llevaba en la mano.

Una semana después Julia decidió abrir la bolsa negra que le había entregado el agente de policía la noche de la mala noticia. No había tenido valor para hacerlo antes. Cogió la bolsa y miró en su interior. La cámara de fotos de Mike estaba allí, casi en perfecto estado. Cogió la cámara entre sus manos y la encendió para ver las últimas fotos que su marido había realizado. “Unas fotos preciosas” pensó. Julia comenzó a llorar, no aceptaba la idea de que Mike no volvería a hacer una fotografía más. Pasó toda la tarde disfrutando de las últimas fotografías que su marido había realizado y, por último, vio que también había grabado un vídeo. Julia presionó el botón para visionarlo.

En el vídeo aparecía una carretera iluminada por los faros del coche. Los primeros minutos no se escuchaba nada, después sonó la radio, la emisora se cambió y comenzó a sonar una canción que Mike comenzó a cantar. Julia comenzó a llorar de nuevo a la vez que sonreía al escucharle cantar. “Que mal cantaba” pensó.

Minutos más tarde en la pantalla puedo verse una silueta blanca. “Es ella. La chica fallecida” pensó Julia. Un instante después se escuchó un frenazo y Julia dedujo que la cámara quedó en el suelo del coche pues ahora la imagen era completamente negra, no se veía nada. Se escuchó como la puerta del coche se abrió y se cerró sucesivamente. Minutos de silencio. Julia estaba expectante. “¿Qué estaba pasando?” La puerta volvió a abrirse. A continuación la otra puerta también se abrió. Julia no daba crédito a lo que escuchaba.  Ambas puertas se cerraron. “Bueno, ¿dónde vas?” escuchó a Mike. “A la ciudad. Me puse a caminar desde Árbol Blanco y se hizo de noche” una chica contestó. “Mike recogió a aquella chica” pensó Julia. La mujer continuó escuchando toda la grabación, escuchó las conversaciones y las risas. No soportó el dolor de no haberse podido despedir de él. “Bueno, dime: ¿a qué te dedicas tú?” se escuchó a Mike. Julia seguía escuchando la conversación con interés, casi celosa por la complicidad que se notaba entre ambas voces. “Yo me maté en esta curva” dijo la voz femenina. Julia quedó petrificada. No podía creer lo que acababa de escuchar. “Mike recogió a la chica de la leyenda, la que se aparecía a los conductores” Julia se culpó por no haberle impedido que fuera a hacer ese reportaje. Se pudo escuchar de nuevo un frenazo, el chirrido de las ruedas en el asfalto. Se escuchaba a Mike, su respiración cada vez era más fuerte. Hasta que cesó. Ya no se escuchaba nada. Julia supo que aquel fue el momento en el que su marido dejó de respirar.

 “Yo me maté en esta curva” recordó Julia. Se detuvo un instante. Sin pensarlo dos veces, cogió su coche y decidió su destino: Árbol Blanco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario