viernes, 15 de abril de 2011

A melocotón

La clase ya estaba casi vacía cuando Tom entró de nuevo en ella. Volvió a saludar a la profesora y a una compañera que aún estaba dentro. “Qué casualidad. No, Tom, las casualidades no existen” pensó al ver en la sala a la chica que le gustaba desde principio de curso. Nunca había mostrado sus sentimientos ante ella, no era lo suficientemente valiente como para hacerlo. Siempre imaginaba que Sophia se reiría de él si algún día llegara a enterarse de los sentimientos que este sentía hacia ella. “Te reirás de mí. Dirás que soy un crío de 20 años y que necesitas un chico mayor que yo. Que soy un corto de mente”. Era una chica preciosa, con los ojos rasgados, de un color marrón intenso, casi cerrados ¿Ves algo cuando tus ojos se cierran completamente al reír?. Su pelo era negro como el vacío y brillaba como la luna lo hace en la superficie del mar. ¿A qué huele tu pelo?. Había olvidado uno de sus cuadernos en clase, bajo su mesa, y volvió por él a toda prisa. Tom se dirigió hacia la mesa donde se sentaba normalmente y para ello tuvo que esquivar a Sophia, con la suerte de que el pecho de Tom rozó uno de los senos de la chica. “Dios mío, te he rozado un seno con mi pecho. Sería maravilloso poder verte completamente desnuda. Seguro que eres aún más preciosa.” Ambos se percataron del contacto que habían mantenido en una fracción de segundo. La profesora seguía recogiendo sus cosas ajena a todo lo que ocurría en la clase. Se quedaron mirando intensamente a los ojos. Tom se sonrojó y apartó la mirada para continuar con la búsqueda de su cuaderno. Sophia sonrió tímidamente y comprendió las emociones de su compañero. “No te has dado cuenta de nada. Esa sonrisa no ha significado nada”. Tom cogió su cuaderno y, sin apenas despedirse de nuevo, se dispuso a salir de la clase.

-¿A dónde te crees que vas?.-dijo la profesora mirando a Tom a los ojos.

-Eeee…-el chico dudó en dar su respuesta.-A casa. ¿Por qué?

-Aún no es hora de ir a casa Tom.-dijo la profesora con una sonrisa casi picarona.

Sophia miró a su compañero extrañada, sin saber qué hacer y sin saber qué decir. De repente la profesora señaló con su mano derecha al chico y con su mano izquierda a la chica. De sus manos salieron unos haces de luz de un color blanco brillante, estos rayos chocaron contra los cuerpos de los chicos y ambos sintieron una calma plena. La profesora comenzó a mover los brazos, juntándolos poco a poco y, sin ningún esfuerzo, conseguía desplazar, casi levitando, a los chicos hasta el centro de la clase. Los cuerpos de ambos chocaban en el aire, ya a una altura superior a la de las mesas, y se miraron como se miran los enamorados. No apartaban sus miradas el uno del otro. Conseguían introducirse en las pupilas que tenían a escasos centímetros y sentían que formaban parte el uno del otro.

En el mismo instante en el que ocurre un parpadeo la clase desapareció y la pareja se vio suspendida entre un millón de estrellas sobre un fondo negro, miles de luces diminutas podían contemplarse en todas direcciones y en un fondo infinito el negro se confundía con arcoíris prácticamente invisibles. Era un espectáculo maravilloso.

-No, Tom, las casualidades no existen.-comenzó a decir Sophia mientras ambos seguían sumergidos en aquel universo.- Todo esto forma parte del destino. Tu destino ha querido que hoy estuviéramos aquí los dos, contemplando estas maravillosas vistas, alejados del mundo real. Ahora solo importan tus sentimientos y los míos. Jamás me reiría de ti y para nada quiero un chico mayor que tú. Tu edad no me la demuestra tu fecha de nacimiento, sino tu forma de pensar, de ver las cosas, de sentir lo que sientes y de la forma en la que me tratas.

Las luces de las estrellas se fueron desvaneciendo poco a poco. El lugar cada vez se hacía más oscuro. Ahora Tom solo podía diferenciar el brillo de los ojos de Sophia.

-Si me he dado cuenta de las cosas, se en lo que piensas y en lo que sientes.- continuó hablando la chica, ahora casi susurrándole al oído.- ¿Esa sonrisa dices? Esa sonrisa significa que te quiero, que me gustas desde el primer día en que te vi, que mis ojos cuando están cerrados ven gracias a ti y que me gusta que me roces con tu cuerpo y que disimules como si no hubiera pasado nada. Tom.-la chica hizo una pausa.-cierra los ojos.

Sophia le pidió que abriera los ojos. Una luz cegadora impidió que Tom viera en unos segundos, pero cuando sus ojos se adaptaron a ella, la vista fue espectacular.

Sophia se encontraba a varios metros de él, su cuerpo estaba completamente desnudo. Las pequeñas luces rodeaban con delicadeza el precioso cuerpo de la chica. Sus curvas quedaban perfectamente definidas sobre aquel fondo cada vez más iluminado. Su pelo ondeaba al compás del movimiento de un viento ficticio, creado especialmente para el movimiento de su pelo. La luz cada vez era más intensa. Tan intensa que el cuerpo de Sophia desapareció lentamente ante los ojos de Tom.

-Tom, Tom. ¿Te encuentras bien?.-el chico abrió sus ojos y vio a su profesora abalanzada sobre él con cara de espanto.-Has entrado a por una libreta y te has desplomado en el suelo. ¿Has desayunado esta mañana?.-preguntó preocupada la profesora, aún casi encima del muchacho.

-Sí gracias, me encuentro bien.- dijo el chico no muy seguro de sus palabras.- Ahora he de irme.

Tom salió tan deprisa como pudo de la clase. No podía explicarse que había ocurrido. No podía creer que toda aquella fantasía había sido nada más que eso: una fantasía. El chico salió corriendo por el jardín que le llevaba hasta la puerta principal de su instituto, intentando olvidar lo sucedido en su cabeza. No podía creer que se hubiera desmayado. “Solo espero que Sophia no haya presenciado el momento de mi derrumbe. Ya sí que sería el colmo”. Atravesó la puerta que daba a la calle y siguió caminando muy deprisa para llegar a su casa cuanto antes.

-¡¡¡Tom, Tom…espera!!!

Una voz que provenía desde detrás de él le sorprendió e hizo que se detuviera en seco. El chico giró su cabeza y vio como Sophia corría hacia él.

-A melocotón.-dijo Sophia sonriente.

-¿Perdona?.-preguntó el muchacho extrañado.

-Mi pelo.- respondió la chica.- Mi pelo huele a melocotón.

2 comentarios:

  1. PRECIOSO DANI !!! ha vuelto ha subir el nivel !! :)

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  2. gracias michael!!! me alegro de que te haya gustado...espero seguir en este nivel jeje

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