jueves, 22 de marzo de 2012

Hechizo

Fue un instante, un momento en el que sus corazones se detuvieron. Ambos quedaron en silencio para pensar en aquello que les había vuelto locos durante los últimos momentos de sus días, decidiendo si lo querrían o no para el resto, el resto de sus vidas. En ese preciso instante…

Sus olores quedaron impregnados para siempre en sus ropas de invierno. Sus sonrisas quedaron grabadas en el cristal de la puerta de aquella casa que se había convertido en testigo de sus pasiones ocultas. Sus voces susurrarían para siempre entre las paredes del lugar, diciendo eternamente las cosas que sus amantes siempre quisieron escuchar y que jamás se atrevieron a decir.

Sus fragancias eran más intensas que el propio frío que emanaba de las nubes de aquel cielo cristalino. Un olor que nacía de la nada, crecía como la verde hierba lo hacía en la tierra fértil y moría allí donde podía ser valorado por los más delicados olfatos. Ambos fueron hechizados para poder reconocer aquel olor que les hacía especiales, tan especiales como los momentos que vivieron bajo aquel techo cubierto de nieve. Nieve blanca que ocultaba, orgullosa, todo aquello que la dotaba de un brillo especial y mágico, un brillo que solamente los más astutos serían capaz de apreciar.

Sus miradas, cautivadoras, les transportaban al más profundo océano y les bañaban en gotas de lluvia. Los océanos que formaban con sus sentimientos y emociones, con sonrisas y sueños, un océano que mostraba y rompía sus olas contra sus párpados, invitándoles a probar sus aguas cargadas de ternura y pasión. Olas que estaban formadas por las gotas de lluvia que les bañaban constantemente al mostrar sus cuerpos desnudos a la fría noche de invierno.

Sus manos eran suaves, suaves como el papel en blanco donde sus corazones firmaron un pacto de amor eterno que les atraparía para el resto de sus días. Manos a las que acariciaban como si de una delicada mariposa se tratase, temiendo a que pudieran desplomarse al iniciar su maravilloso vuelo. Manos que se entrelazaban, intercambiando sentimientos, a la vez que los copos de nieve chocaban contra las sábanas donde daban rienda suelta a sus pasiones.

Fue un instante, un solo instante en el que sus almas quedaron para siempre fusionadas en una sola. Un instante en el que sus corazones palpitaron con más fuerza que nunca y en el que los latidos quedaron escondidos en todas las partes del lugar, mostrándose solamente para desvelar los secretos que guardan.

Secretos que solamente susurrarían a todos aquellos amantes que desconocen cómo llegar a ese instante en el que dos cuerpos quedan hechizados para el resto de los días.

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